"Siempre es un alivio que mis personajes puedan darse el lujo de enloquecer por mí"
(Javier Miranda-Luque)
(VAN GOGH INTERVENIDO ES UNA IMAGEN DE KNIGHT POTTER)
"Debemos reconsiderarlo todo. El tedio opera prodigios" (Cioran)
Esta cibernovela se encuentra participando en 2008 CULTURAS, peculiar net-convocatoria plurimediática, auspiciada por el Ministerio de Cultura de España. Se trata de una vasta exposición virtual a la que se puede acceder pulsando AQUÍ. ©MALDITA WEB es la pieza número 741.

martes, 23 de octubre de 2007

CAPÍTULO 10

ciberdiario.doc

Documento de Microsoft Word
Tamaño: 48 kb
Autor: Henry

Los salones de chateo son el caldo de cultivo. Allí lanzo el anzuelo y no tardan en caer. Así pesco a las incautas e incautos, insensatos todos, que se convertirán, con múltiples aderezos, capas de maquillaje y modificaciones, en los personajes que pueblan mis telenovelas. O debo decir, en honor a la verdad, proyectos para espacios dramáticos. Sinopsis de mini-series. Y, si hay suerte (y justamente hasta allí es donde yo he llegado), la grabación de un programa piloto que es analizado (criticado, cuestionado, diseccionado, vuelto mierda) por subsiguientes juntas de programación, psicólogos comunicacionales, estudiosos de los hábitos de sintonía del público, publicistas y expertos en marketing, ejecutivos de los canales de televisión y una muestra variopinta de lo que ellos llaman una “audiencia representativa del target group o público-meta”. Demás está decir (¡cómo detesto que se me note el resentimiento!) que mis guiones siempre rebotan porque la trama les recuerda algo, porque los protagonistas resultan débiles, porque la temática se volvió obsoleta, pero yo, imperturbable, impertinente, impertérrito, insisto, persevero, aguanto, resisto, persisto y cojo unos arrecherones del carajo, me limpio el culo con mis manuscritos (lo hice una sola vez, porque resulta que el papel bond 20 donde imprimo es áspero y se me irritó el esfínter y su escatológico entorno, teniendo que ponerme compresas frías de manzanilla y crema para bebes contra la pañalitis).

La ventaja es que igual cobro como guionista de la televisora de marras (algo así como 5 ó 6 sueldos mínimos al mes, sin derecho a prestaciones, ya que figuro como contratado por un año, prorrogable, pero por un año y si sigo así, sin que me aprueben nada, creo que, desde ya, debo irme despidiendo del trabajo). Igual me ponen a escribir lo que sea, sentado en mi oficina sin ventana cuarenta horas a la semana, desde el texto que dicen los locutores para anunciar los programas, hasta las preguntas del programa de concursos. Lo mejor es cuando me piden escribir diálogos. Ahí me suelto como si estuviera chateando. El asunto funciona así: el diagramador de la telenovela me asigna una situación dramática específica y yo tengo que desarrollar el diálogo de los personajes que siempre son secundarios (sin excepción, a menos que el desgraciado se enferme o se fracture los dedos de ambas manos, aunque siempre podría dictar y es improbable que también se quede afónico, el jefe de escritores es el único que “crea” todo lo concerniente a “sus” protagonistas).

Por ejemplo. César termina su noviazgo con Itarabis. Recibo la escena que debo desarrollar y la prometo para una hora después, cuando el coordinador de diálogos la someterá a la primera revisión. Voy al baño, orino, me lavo las manos y corro al cibercafé de la esquina. Pido un agua mineral sin gas, un marrón grande claro sin espuma y me instalo en la computadora más remota, la que queda entre la columna y la pared, la que casi nadie usa por lo incómoda, pero que garantiza una intimidad a prueba de los curiosos y entrometidos que nunca escasean. Pago todo de una vez (siempre dejo propina) y me dejan solo y tranquilo en mi rincón, presto a chatear. Tengo suerte y ubico a Diana, la supuesta chica costarricense que dizque trabaja como secretaria ejecutiva bilingüe en una de las mayores corporaciones transnacionales asentadas en su país. Bla-bla-bla. Bla-bla-bla. Bla-bla-bla y le comunico que debemos terminar nuestra incipiente relación ya que he conocido a otra chica mucho más interesante y con menos restricciones. Ella argumenta. Yo contra-argumento. Ella se queja. Yo, impasible. Ella insiste, persiste, dice que llora. Yo me despido, transcribo todo y lo reflejo, cincuenta y seis minutos exactos después, en el diálogo que entrego personalmente a la asistente del departamento.

Cuando estaba a punto de irme, me devuelven el diálogo para que lo re-escriba. Más corto. Más telegráfico. Menos literario. Más coloquial. Así no habla la gente. Quieren más toma y dame. Dimes y diretes. El drama debe ir in crescendo. Que explote al final de la escena para dejar al espectador preocupado, boquiabierto e ir a comerciales. Me olvido de internet, me da pena con Diana. Lo re-escribo. Cuando voy a entregarlo ya todos se han marchado, menos la señora que limpia cantando desafinada y el vigilante de rostro burlesco.

Perdí a Diana por un diálogo de tres minutos (entre ciento veinte y ciento cincuenta palabras), pero me aprobaron la re-escritura y, dos semanas después, vi a los personajes, en mi televisión, destrozándolo con su mala dicción y su ausencia de formación actoral. Y es que no se puede esperar otra cosa cuando el casting del elenco se hace entre modelos publicitarios, reinitas de belleza y físico-culturistas. Sería preferible reclutar excelentes actores, sin importar que sean feos, y operarlos. Acortarles la nariz, ponerles pómulos, implantarles glúteos, aumentarles los senos, extraerles costillas y caderas, hacerles liposucción, teñirles el cabello y asfixiarlos de maquillaje. Así, por lo menos, valdría la pena la inversión de tiempo, esfuerzo y paciencia que conlleva la escritura. Así no desvirtuarían los parlamentos, pronunciando palabras de amor con caras de bobos y mirada perdida o, peor aún, sin expresión alguna en sus rostros robóticos y uniformados. Porque no hay forma de que estos Kens y Barbies aprendan o comprendan una simple idea y no hablemos ya de conceptos, intenciones, métodos o filosofías. Los feos le otorgaríamos una nueva dimensión humana y enriquecedora a la ficción, haciéndole saber a la gente común (como uno), que ellos son, no sólo los receptores del mensaje, sino los genuinos protagonistas del drama, el absurdo o la tragicomedia que es la vida.

No pierdo nada intentando recuperar a Diana. Cuando el e-mail que escriba me dé asco, entonces estará listo para enviárselo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente décimo capítulo. Me gusta mucho la variedad de estilos que utilizas en cada uno. Personalmente me encantan las reflexiones a modo de soliloquios. Soy venezolana y vivo en México desde hace 8 años. Afortunadamente sigo el trabajo de escritores venezolanos que han optado por las publicaciones en los ciber espacios. Hace poco para un congreso que hubo aquí sobre ciudad analicé tu cuento de Abstracto biblingüe. Gustó mucho, al punto que me pidieron fotocopia de tu cuento. Muchas felicidades eres muy buen escritor. A propósito. HAce un año hice mi doctorado en letras en la UNAM. Amo la literatura aunque no me didique a la ficción. Ya sabes, academia es casi siempre investigación. De nuevo felicidades. Guadalupe Carrillo.

©Javier Miranda-Luque dijo...

Guadalupe: gracias por tu lectura y comentario generoso. Publicar en la red permite acceder lectores a la distancia de un click. En el portal de Ficción Breve (www.ficcionbreve.org) dispones de una variedad de textos venezolanos recientes para leer. Por lo que dices, veo que ya tienes la antología publicada por Alfadil "De la urbe para el orbe". Te recomiendo el libro editado por SACVEN, "Tatuajes de ciudad" (Caracas, 2007), que recoge casi 50 relatos y una década de narrativa venezolana, premiada, además, en uno de los certámenes literarios más representativos en Venezuela.

En la columna lateral de este blog (bajo el título RELATOS DEL AUTOR PUBLICADOS EN INTERNET), puedes acceder directamente a un par de textos míos colgados en el portal de Ficción Breve y que figuran en la antología de SACVEN.

Resulta estimulante saber que nos están leyendo allá en México, donde reside toda una rama de mi familia paterna.

Anónimo dijo...

Gracias por el dato. Mi tesis doctoral fue sobre ciudad en la narrativa breve de los años 50 y 60. Trabajé cuatro capitales: Buenos Aires con Cortázar; Lima con Ribeyro, Ciudad de México con Fuentes y Caracas con el gran Salvador Garmendia. Desde entonces persigo y rescato todo texto que hable de lo urbano. Ya había visto la publicación de Tatuajes de Ciudad pero, desafortunadamente, aquí no llegan publicaciones venezolanas. Esperaré a volver por aquellas latitudes.
Celebro que tengas familia mexicana. Es un país extraordinario, con sus contradicciones incluidas;la gente es muy receptiva, parecida a nosotros, aunque el venezolano es más zalamero, será el Caribe que nos anima. De nuevo felicidades por tu trabajo.Guadalupe

©MALDITA WEB

Internet se ha convertido en la vanguardia más salvaje de interacción humana. Y es que el ciberespacio genera una nueva forma de estar juntos, burlando todas las fronteras de sexo, edad, profesión y ubicación geográfica. ¿Ficción, autoengaño, juego de roles, suplantación de personalidad? En su propia modalidad, la red entreteje su maraña en torno a la soledad y pasiones del individuo seducido por una tecnología que se instaló entre nosotros para quedarse. Con su cuerpo de múltiples opciones, personalizadas según las preferencias de cada usuario, ©MALDITA WEB prodiga placer digital, orgiástico, anónimo e instantáneo. “¿Dios existe en red?”, se pregunta uno de los personajes de esta cibernovela que se asoma con impudicia a los e-mails y salones de chateo, desnudando a los internautas. No en vano, la web es el escenario donde se viene escribiendo este jardín de las delicias obscenamente contemporáneo.